El punto de cruz es una forma popular de bordado en la que
se usan puntadas
que quedan en forma de equis. Emplea también otras puntadas, entre ellas las de
¼, ½, ¾ y de punto atrás. El punto de cruz se realiza usualmente sobre tejidos
de trama uniforme y distinguible, y con menos frecuencia en tejidos de trama no
uniforme, colocándoles encima un tejido de trama uniforme (cañamazo) que se
retira hilo por hilo al finalizar el bordado.
Su gran difusión se puede deber a la gran posibilidad de elementos que
ofrece, ya sean cenefas, dibujos, cuadros, alfabetos, etc. Se aplica tanto al
bordado propiamente dicho como a la tapicería. En este caso, el punto de cruz
se realiza sobre cañamazos previamente marcados, que muestran cada una de las
regiones de cada color a bordar. La más importante particularidad del punto de
cruz es su gran posibilidad de esquemas y dibujos en multitud de tejidos,
aplicándose, entre otros, en mantelerías, colchas, paños, ropa de cama,
toallas.
El punto de cruz es una de las formas de bordado más antiguas que se pueden
encontrar por todo el mundo.[1]
Muchos museos de arte popular poseen muestras de tejidos ornamentados con este
punto, especialmente de la Europa Continental y Asia. Un poco de historia del
punto de cruz a partir de estos humildes orígenes, esta actividad artesanal fue
evolucionando para convertirse en una técnica decorativa y ornamental. Y así
nos han llegado fragmentos antiguos de ropa hallados en yacimientos
arqueológicos de Egipto (500 a.de C.) o del Asia Central (850 a. de C.) donde aún
hoy se utiliza en los trajes tradicionales de aquellas regiones.
El punto de cruz es una de las técnicas más antiguas de bordado: parece ser
que en Asia central se han encontrado retales de seda bordados con un punto muy
similar al punto de cruz, que se remontan al 850 d. C.El verdadero punto de
cruz, idéntico al que se realiza actualmente, hizo su aparición en Europa
durante la Edad Media, para luego difundirse ampliamente durante el
Renacimiento. Ya en el año 1500 empezaron a circular los primeros esquemas,
verdaderos modelos de temas típicos y recurrentes: decoraciones florales,
heráldicas y religiosas, llenas de símbolos como cruces, cálices y palomas. Las
telas sobre las que se bordaban no comprendían aún el algodón, sino que eran el
lino, la seda y la lana. También se disponía de pocos hilos de colores. Durante
mucho tiempo el más difundido fue el rojo, capaz de soportar mejor que los
demás los lavados.En los bordados populares de la Europa Oriental y Central es
característico el punto de cruz en dos dimensiones (sin sombras) con diseños
geométricos y florales, normalmente trabajado con hilos de algodón sobre lino.[2]
En Estados Unidos, el primer muestrario de punto de cruz conocido se localiza
en el museo Pilgrim Hall en Plymouth, Massachusetts [1]. Este muestrario fue
elaborado por Loara Standish, hija del capitán Myles Standish, alrededor de
1653. Tradicionalmente, el punto de cruz se utilizaba para embellecer tejidos
como mantelerías, lencería y tapetes (sólo pequeñas partes de lo que
actualmente se bordaría, como los bordes). Aunque existen muchas bordadoras que
aún lo emplean para estos usos, especialmente en Europa, es cada vez más
corriente usar este punto para bordar sobre tejidos de tela de panamá o
cañamazo y colgarlos en la pared como elementos decorativos.
Por todo Estados Unidos y Europa existen muchas asociaciones de punto de
cruz que ofrecen clases, participan en grandes proyectos, tejen para
organizaciones benéficas y promueven las relaciones entre los tejedores
locales.
Actualmente el hilo de algodón mercerizado es el material más utilizado.
Consiste en un hilo
fabricado en algodón y compuesto de seis hebras poco retorcidas para que se
puedan separar fácilmente. También se suele utilizar el hilo de algodón
perlado, la seda y
el rayón. En
ocasiones se utilizan diferentes hebras de lana, metalizadas o algunas otras
especiales, a veces para todo el bordado o simplemente para detalles y adornos.
· Ida y vuelta, que da
una mejor calidad y apariencia al revés; y
·Continuo, que se
aconseja especialmente a la hora de bordar cenefas.
Así y todo, muchos esquemas de punto de cruz se apoyan en el pespunte
(=punto lineal), usado para resaltar el dibujo, y, en menor medida, el punto de
cadeneta y el punto pasado.
Posiblemente sea su elevada práctica la que ha hecho importantes variaciones
a partir de una única idea inicial, mediante la sustracción o adicción de
puntadas. Hemos de citar a otros dos puntos que nacieron a partir de la famosa
x:
·Petit-point (=medio
punto). Tapices hechos sobre lana que consisten en una única puntada
diagonal (que debe ser idéntica en toda la labor). Se trabaja gracias a un
bastidor
cuadrado con lana sobre un cañamazo de tapicería que se puede adquirir ya
marcado.
·Punto del diablo.
Consiste en bordar dentro de un mismo cuadro una cruz y un aspa. Es
frecuente realizarlo en mouliné o en perlé sobre las típicas telas de
cuadros de Vichy (Francia).
Aclarar:
- Tela: Lino, tela aida o panamá, aunque gracias al cañamazo (¡no confundir con el de tapicería!) el punto de cruz se hace viable sobre cualquier tejido. Si por ejemplo, queremos bordar sobre una loneta, deberíamos centrar un retal de cañamazo, hilvanarlo y bordar según su trama el punto de cruz. Finalmente, se deshace el cañamazo tirando con sumo cuidado de sus hilos. Consejo: en esta situación se debe bordar con un poco más de la tensión normal, ya que, de lo contrario, al sacar los hilos, el bordado quedaría al aire, siendo susceptible de un enganche.
- Hilos: Preferentemente, mouliné, 100% algodón y trabajado a dos hebras.
- Agujas: Se recomienda el uso de una aguja corta, ya que permite aprovechar el costoso hilo al máximo. Si se borda sobre aida o panamá, se preferirá una sin punta (también llamada de punta roma), pero si trabaja sobre una tela más compacta, tupida, se deberá utilizar una aguja con punta afilada.
- ¿Bastidor? En Inglaterra parece una costumbre muy arraigada el bordar el punto de cruz en los bastidores de aro, esto es, sin pie; aunque la gran mayoría prefiere bordarlo en el dedo.
1.
↑ Gillow, John, and Bryan Sentance: World Textiles, Bulfinch
Press/Little, Brown, 1999, ISBN 0-8212-2621-5, p. 181
2.
↑ Threads (magazine), Issue 11, June/July
1987
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